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Hábitos para retrasar la aparición del Alzhéimer
Han pasado más de 117 años desde que el psiquiatra alemán Alois Alzheimer (1864-1915) diagnosticó el primer caso de la enfermedad bautizada con su apellido. Sin embargo, hoy muchos desconocen las causas, los síntomas, el tratamiento y lo que podemos hacer para que este trastorno irreversible aparezca más tarde de lo habitual. Según la Organización Mundial de la Salud, aqueja a 47,5 millones de personas en el planeta.
Se dice que la enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia. De hecho, ese fue el término apropiado durante años para referirse al padecimiento de una persona generalmente anciana, con problemas de memoria. No obstante, esa palabra se convirtió en un vocablo despectivo que estigmatiza a quienes sufren dicha dolencia. “Con el tiempo se han modificado los nombres de algunas enfermedades psiquiátricas para quitarles las connotaciones negativas. En el DSM-5, el manual de clasificación diagnóstica de las enfermedades mentales, se cambió el término ‘demencia’ por trastornos neurocognitivos mayores: el alzhéimer es uno de ellos”, explica el doctor Juan Manuel Orjuela Rojas, psiquiatra de la Universidad Javeriana, neuropsiquiatra de la Universidad Autónoma de México y director de la Clínica de Memoria de la Clínica La Inmaculada.
Aunque las causas son complejas, la enfermedad se produce por el depósito de una serie de proteínas anormales en el cerebro. “En las neuronas se acumulan unas sustancias llamadas ovillos neurofibrilares y en los espacios entre dichas células se deposita otra sustancia llamada beta-amiloide, proteínas que generan un proceso inflamatorio que deriva en muerte neuronal. En cuanto van muriendo más neuronas, la persona va presentando más ‘quejas’ cognitivas y deterioro funcional que la llevan a perder autonomía”, señala el doctor Orjuela.
Signos de alarma
El alzhéimer no es exclusivo de adultos mayores, dado que puede ser de inicio temprano: suele tener un fuerte componente hereditario y, a pesar de que existen casos poco comunes descritos en personas a partir de los 40 años, casi siempre comienza entre los 50 y 60. Entre tanto, el de inicio tardío, más frecuente y de aparición espontánea, se produce después de los 65 años.
En cuanto a las primeras manifestaciones de la enfermedad, el doctor Orjuela indica que el enfoque más reciente señala que antes de que aparezcan las fallas de memoria y atención surgen síntomas afectivos: cambios anímicos repentinos en personas adultas y de la tercera edad sin antecedentes de trastornos psiquiátricos, que comienzan a presentar episodios de ansiedad e incluso depresión. “Hay que hacerles seguimiento porque muchos de ellos desarrollan luego los primeros síntomas cognitivos: fallas atencionales y de la memoria que derivan en olvidos, extravío de objetos de uso cotidiano, pérdida del hilo de las conversaciones, repetición de la misma información, desorientación en el tiempo y el espacio y dificultad para llamar las cosas por su nombre”, puntualiza Orjuela.
Aunque a lo largo de su vida cualquier individuo pierde cosas o no recuerda ciertos nombres, es vital consultar un especialista cuando hay un aumento significativo en la frecuencia de los síntomas descritos anteriormente o en el momento en que comienzan a producirse varias veces a la semana.
Normalizar ese tipo de fallas, que tienden a empeorar, solo consigue retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado.
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurocognitivo mayor y no es una consecuencia normal del envejecimiento. Su día mundial se conmemora desde 2012.
TRATAMIENTO Y CUIDADO
▶ Existen dos tipos de tratamiento: farmacológico (con medicamentos) y no farmacológico. El segundo se adapta a la edad del paciente e incluye actividad física, ejercicios de estimulación cognitiva, lectura diaria de temas de actualidad, un horario regular de sueño, fomentar la vida social y promover actividades en las que el paciente se sienta útil (pintura, cerámica, jardinería, entre otras).
▶ Quienes cuiden al enfermo deben ser personas competentes, tranquilas y que no se irriten fácilmente con las preguntas repetitivas y los olvidos frecuentes. Deben turnarse para evitar el síndrome de fatiga del cuidador.
El apoyo de la familia es crucial.
FRENO AL ALZHÉIMER
Aunque es una enfermedad degenerativa e incurable, existen hábitos que ayudan a prevenirla o a posponer su aparición:
▶ Reserva cognitiva. Es un elemento protector que desarrollan las personas con un mayor nivel de estudios superiores y aquellas intelectualmente activas.
▶ Disminuir cualquier riesgo cardiovascular. Es vital mantener niveles óptimos de peso, tensión arterial y colesterol, así como no fumar tabaco o marihuana.
▶ Deporte y actividad física. Hacer ejercicio cardiovascular regularmente, de 3 a 5 veces por semana, durante mínimo 30 minutos diarios, genera unas sustancias que se llaman factores neurotróficos, derivados del cerebro, que, según el neuropsiquiatra Juan Manuel Orjuela, “son como abono para las neuronas: aumentan su vitalidad, permiten que funcionen correctamente y hacen que sus circuitos estén libres de daños; al morir menos neuronas, hay menor tasa de enfermedad neurodegenerativa o se consigue retrasarla”.
▶ Dieta mediterránea. Se ha demostrado que una dieta rica en pescados azules, vegetales, legumbres, granos, frutos secos y aceite de oliva es neuroprotectora.
▶ Evitar traumas craneoencefálicos. Los golpes muy fuertes en la cabeza elevan el riesgo de padecer la enfermedad.
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